¿Cómo hacerse rico?

¿Cómo hacer crecer tu riqueza?

Existe una enseñanza en el judaísmo que nos sirve para iniciar el artículo: Se dice que alguien preguntó al Rabí Dovber de Mezritch cómo es posible servir a Dios con alegría incluso cuando sufrimos, el sabio lo envió a visitar a su discípulo, Rabí Zushia de Anipol. Este hombre se había empobrecido y podría estar familiarizado con el sufrimiento. Sin embargo, cuando se le planteó la pregunta, éste respondió: «No sé por qué el Rebe te ha enviado a mí, no he conocido sufrimiento en toda mi vida».

Vamos a profundizar en cómo podemos hacer crecer nuestra riqueza en base a las enseñanzas cabalísticas y también tomando como ejemplo al pueblo judío, para los que la riqueza material no es sinónimo de algo avergonzante sino todo lo contrario; es casi una obligación prosperar y hacer crecer lo que se te ha dado. En este artículo vamos a explicar algunas premisas fundamentales que nos ayudarán en la tarea de hacer crecer nuestro patrimonio: agradecimiento, valorar lo que se tiene; no malgastar; ahorrar; invertir; y, por último, hacer justicia social.

Agradecimiento y valorar lo que se tiene

Rabí Zushia nos da la primera gran enseñanza y esa enseñanza es que podemos elegir entre aceptar lo que tenemos con alegría y ser agradecidos valorando lo que tenemos o, por el contrario, elegir el camino del sufrimiento, lamentarnos de nuestra suerte, quejarnos y sufrir por aquello que no hemos recibido, por aquello que no tenemos.

En este aspecto hay que destacar la enseñanza del Rabí Zushia, que aceptaba lo que tenía y se lo agradecía a Hashem, “El es sabio”, sin duda debería pensar. En otra ocasión, cuando se le preguntó: «¿Cómo puedes recitar la bendición matutina «Bendito seas Dios, que has provisto todas mis necesidades» cuando sabes que tus necesidades no han sido provistas?». El respondió: «Para mí la pobreza es una necesidad».

Hasta qué punto era elevado el espíritu del Rav que no sólo aceptaba la condición obtenida, si no que era capaz de ver la luz en ella y convertirlo en una necesidad de la que, sin duda, estaba aprendiendo. Ser agradecidos se convierte en una necesidad. De cada situación hay que aprender a extraer la luz que viene. En todas las circunstancias de la vida hay una enseñanza, hay información que nos prepara para aquello a lo que nos enfrentaremos en un futuro. Démosle gracias al Eterno por esta posibilidad de aprendizaje para prosperar en el futuro.

Evitar malgastar:

La necesidad de tener cosas, se ha convertido en el sentido existencial de muchas personas. Tener, junto con aparentar, ha convertido a los individuos de las sociedades modernas en unos inconformistas que nunca se plantean el  para qué de esos objetos que atesoran. Hasta tal punto esta situación conforma la realidad, que vemos como alguien que no necesita un coche, lo ansía; o cambian de móvil por la presión del mercado de haber salido tal o cual modelo; las ingentes cantidades de ropa y zapatos que se almacenan en los armarios (Conocí a una persona que tenía cajas sin abrir en su trastero); etc.

Esto no significa que no sean necesarios los objetos materiales, de hecho vivimos en el universo de la materia, por supuesto que lo son, pero carecen de sentido si no se racionaliza el gasto y su uso. Todo lo que adquirimos debe tener el filtro de la Biná, que debe encargarse de que aquello que anhelamos sea realmente necesario o fruto de un capricho pasajero. En este sentido, habremos comprobado como algo que ansiamos mucho, una vez que se tiene, deja de tener interés.

Hay un truco para convertir esta klipá de las Sefirot Malhut y Yesod, en algo provechoso para nosotros, convertirlo en ahorro del siguiente modo: Cada vez que planteemos comprar algo y no lo hagamos, esa cantidad que íbamos a gastar en ese objeto, guardarla como ahorro.

Malgastar el patrimonio en cosas innecesarias también es aplicable al tiempo. No malgastar las energías en cosas que no aportan es un gran avance para aumentar la prosperidad. En la actualidad todo está pensado para el entretenimiento y no para el desarrollo integral de la persona. Viajar por placer; ver series de televisión las plataformas de contenidos digitales (donde hay millones de series y películas); ver la televisión durante horas; jugar a videojuegos…. Es como si se hubiera decidido que las personas tengan vidas administrativas, en lugar de vidas con sentido. La realidad del individuo pasa a ser: Multitud de horas trabajando en algo que no le aporta nada para luego llegar a casa y distraerse con los medios señalados anteriormente, en lugar de preocuparse en prosperar material, personal o espiritualmente. 

Ahorro

El ahorro es un pequeño paso para hacer crecer la economía. Ir guardando un diez por ciento de cada jornal hará que cada diez ciclos de jornal se reciba uno más; si se hace esto, al cabo de unos años, esa cantidad, se habrá multiplicado y se tendrá una cantidad suficiente para afrontar necesidades, deseos o saltar al siguiente proceso que es invertir. Es una forma sencilla, extremadamente conservadora, de hacer crecer tu prosperidad.

Aprender a ahorrar ayuda mucho a nivel organizativo y da una enorme seguridad el saber que se tiene una cantidad de la que disponer en caso de necesidad. Sin embargo tiene un componente restrictivo porque no deja de suponer un esfuerzo y un empobrecimiento si no se ha superado el primer aspecto tratado en este tema, el de evitar malgastar.

Nuestro segundo consejo, por tanto, en este artículo es destinar siempre una misma cantidad (por ejemplo un diez por ciento) en un lugar donde no se toque

Invertir y hacer crecer lo que se tiene

Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene
Mt. 25, 29

Este texto forma parte de la parábola de los talentos donde a tres hombres se le dieron distintas cantidades ante la marcha de su señor que les encomendó su hacienda. De las cantidades entregadas, todas en función de la capacidad de cada uno, dos devolvieron el doble de lo entregado y fueron recompensados. Sin embargo el tercero, miedoso, enterró el dinero y, al volver su señor, le devolvió la misma cantidad entregada, un solo talento. 

Este tercero fue reprendido severamente mientras los otros fueron premiados. Termina la parábola con esa frase “a todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. 

En esta parábola enseña como es una obligación prosperar y hacer crecer tu riqueza. Sólo el ahorro y no malgastar no basta para obtener prosperidad y abundancia, hay que hacer algo más. Enseña el Rav Aharon Shlezinger como un hombre que compró unos tomates, en vez de comerlos, los plantó y esperó; al tiempo uno de ellos dio fruto del que salió una planta tomatera que, a su vez, dio más tomates. El hombre que tenía un terrenito, plantó más tomates y pronto tenía varias plantas tomateras. Lo que hizo fue recogerlas y venderlas y, con los beneficios, compró otro pequeño terreno donde siguió el proceso de plantar las tomateras. Así obtuvo prosperidad y riqueza, aparte de no trabajar para nadie.

Para el pueblo judío, es una necesidad, trabajar para uno mismo, no enriquecer a otros con el talento que se tiene.

Una cantidad guardada en una caja o en una cuenta, por sí misma, no genera ningún beneficio, no genera prosperidad. Es cierto que si vamos añadiendo, cada vez habrá más y, con el tiempo, haber una gran cantidad; pero no existe una prosperidad real, lo suyo sería conseguir que ese dinero trabajase para uno mismo o que nos permitiera invertir en un negocio que nos diera autonomía financiera.

A la hora de hacer inversiones es verdad que muchos se planteen cómo hacerlo ya que puede no tenerse ese conocimiento financiero que permita hacer inversiones inteligentes. En estos casos se puede contratar los servicios de profesionales que llevan carteras de clientes y que son expertos en esta materia. También se puede invertir en bienes inmuebles que se pueden arrendar; con este método, se obtienen unos dividendos y se mantiene el valor de la inversión inicial o incluso aumenta.

Generosidad

Existe un término “Tzedaká” que supone un concepto de justicia social. Es uno de los preceptos obligatorios para el pueblo judío y significa rectitud y justicia, aunque la acepción que más se usa con este término es caridad. Se debe tener en cuenta que el necesitado de ayuda también se siente humillado por su situación, es por ello que se debe facilitar que se gane su sustento con respeto y empatía. 

Se debe apartar el pensamiento de que al ayudar vamos a ser beneficiados por El Eterno, esto no es así. Toda ayuda que se ofrezca tiene que salir del corazón como un acto de justicia. Se debe tener presente siempre que somos meros gestores de una riqueza que se nos ha dado de la que no somos dueños. Por tanto se debe destinar, al igual que hacíamos con el ahorro, una parte de nuestra ganancia o jornal al necesitado como un acto de justicia. 

En resumen:

El proceso para hacer obtener prosperidad consiste en estos pasos: ser agradecidos y valorar lo que se tiene; no malgastar el patrimonio en cosas innecesarias para ello hay que aplicar Biná; Ahorrar para tener un colchón en caso de necesidad y/o poder invertir; Aprender a invertir para que el dinero trabaje para uno o empezar a hacer inversiones; y, por último, ser generosos y caritativos (Tzedaká).

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