Las supersticiones son creencias o prácticas que no se basan en la ciencia, la razón o la evidencia, pero lo hacen en la certeza de que se puede cambiar el curso de los acontecimientos. Las supersticiones existen desde la aparición del hombre y, a pesar de que a menudo se consideran ridículas, siguen siendo una parte importante en la vida de muchas personas. Hay quien cree en la mala suerte que trae romper un espejo, pasar por debajo de una escalera, la buena suerte que trae encontrar una moneda o un trébol de cuatro hojas…
Aarón los tomó de sus manos, fundió el oro con un buril y les hizo un becerro de fundición. Y ellos dijeron: «¡Este es tu dios, Israel, que te sacó de la tierra de Egipto!».
(Éxodo 32:4)
Antes de la aparición del monoteísmo existía el pensamiento mágico, creencia según la cual se podría alterar lo que nos rodea más allá de las leyes causales. Supone la atribución a objetos o elementos de la naturaleza de cualidades que no tienen. Según estas creencias, las personas hacen uso de amuletos, talismanes, estatuas… para protegerse del mal; realizan rituales para asegurar la buena suerte; practican distintos tipos de magia, etc.
Uno de los elementos fundamentales del pensamiento mágico es la idolatría, que consiste en la adoración de un objeto o imagen a la que se le atribuyen poderes sobrenaturales. En las religiones, es común que los creyentes adoren estatuas o imágenes como presencia real de lo sagrado en el mundo. Otro tipo de atribuciones son aquellas en las que se usan iconos religiosos o símbolos, como las imágenes de santos. La idolatría tiene un componente de expresar la fe y devoción a una deidad o un ser sagrado; sin embargo, también puede ser una forma de encontrar consuelo y protección en tiempos difíciles o mantener las tradiciones culturales.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa alguna que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
(Éxodo 20:4)
En la Torá aparece expresamente prohibida la idolatría, esto incluye prácticas como la adoración de ídolos, creación de imágenes o representaciones de Dios, y la adoración de otros seres como dioses. En un contexto más profundo, desde la perspectiva cabalista, no sólo se ve como la adoración de dioses falsos o ídolos, sino también como una desviación del propósito espiritual, a la par que una falta de entendimiento de la verdadera naturaleza de Dios.
Según la Cábala todo en el universo emana de una única Fuente Divina y el propósito de la vida es volver a conectarse con esa Fuente. La idolatría se interpreta como una desconexión de esa Fuente Unica y Verdadera, una distracción o un obstáculo en el camino hacia la unión espiritual con El Creador.
Algunas formas de idolatría mediante el conocimiento de las klipot y aplicando el esquema del Árbol De La Vida son:
- Klipá de Maljut: el materialismo o considerar la riqueza o posesiones materiales como el objetivo final de la vida.
- Klipá de Yesod: el ego desmedido y el autocentrismo, poniendo el yo por encima de todo, buscando siempre el propio beneficio sin considerar a los demás o la voluntad divina.
- Klipá de Guevurá: poder y control sobre los demás, o la creencia de que uno es omnipotente y no necesita de una fuerza superior.
- Klipá de Jesed como distorsión de la virtud de la generosidad. Esto ocurre cuando el acto de dar se convierte en un fin en sí mismo, desconectado de su propósito espiritual. Por ejemplo la generosidad egoísta.
- Klipá de Tiferet que supone alejarse de la belleza, el amor y la armonía individuales dando lugar a un narcisismo, o una auto-adoración que niega la necesidad de una relación con lo Divino. Ese exceso de autovaloración convierte al individuo en un ser presuntuoso olvidando que su verdadero valor proveniente de la conexión con Su Fuente.
- Klipá de Biná: el dogmatismo o adherirse ciegamente a ciertas creencias o doctrinas sin buscar una comprensión más profunda o sin estar abierto a una verdad espiritual más amplia.
- Klipá de Jojmá: Es la negligencia de la Chispa Divina, no comprender que cada persona contiene Luz Divina, ignorarla o negarla en uno mismo o en los demás, y no trabajar para revelarla y conectar con ella.
Vemos que la idolatría junto con el pensamiento mágico en todas sus formas, tiene sentido en sociedades primitivas donde el hombre (por ignorancia) atribuye cualidades a objetos, pero que con la evolución del pensamiento y la elevación del nivel de conciencia, aquello se va disipando y llevando a la persona a la conexión con El Creador. Y aunque se puede llegar a entender que en su desesperación, el individuo busca refugio en estos métodos, no debe apartarse del proceso raigal de avanzar en la conexión con su Fuente Creadora.