En la Cábala, existe una gran similitud con el término ‘virtud’ de la filosofía griega de Aristóteles, entendida como el equilibrio adecuado y específico para cada individuo dentro de la realidad y el contexto en el que vive. La virtud está vinculada a la razón; una persona virtuosa es aquella que posee la habilidad para discernir correctamente y actuar de manera prudente. Es en este equilibrio donde se encuentra la felicidad. Para el sabio, al igual que para los cabalistas, existen dos niveles, superior e inferior, estableciéndose unas virtudes dianoéticas, relacionadas con la sabiduría y el entendimiento, y otras éticas, en el nivel inferior, relacionadas con el carácter, como la generosidad y la templanza.
La virtud nos sirve en el plano inferior para relacionarnos de forma correcta con los demás, contribuir al bien común y sentirnos realizados con un buen autoconcepto. En el plano superior, supone el equilibrio entre la sabiduría y el entendimiento, así como el conocimiento y la unión con la Fuente.
Las klipot
Al establecer una relación entre la filosofía clásica y la Cábala, nos encontramos con el término klipá (קְלִיפָה), que significa «cáscara» o «corteza». Las klipot (plural de klipá) representan aspectos metafísicos negativos o impuros, y su función esencial es ocultar o distorsionar la Luz Divina. Mientras que las Sefirot son emanaciones divinas que transmiten la luz y las cualidades positivas y los atributos divinos, las klipot son su contraparte negativa, bloqueando o pervirtiendo estas influencias positivas. Son la fuente de todo mal y negatividad, e incluyen cualidades como el egoísmo, la corrupción, el materialismo excesivo y las tendencias destructivas.
Sin embargo, pese a su aspecto negativo, este ocultamiento es necesario para la existencia de un mundo finito y dual. Cumplen su función en la Creación, al igual que todo lo que existe, y permiten el libre albedrío, la elección moral y el crecimiento espiritual.
A su vez, permiten el proceso de rectificación (Tikkun), que implica revelar la luz divina oculta dentro de ellas. Esta rectificación se desarrolla en dos ámbitos: el Tikkun personal (de un solo individuo) y el general, colaborando con el proceso de la Creación.
La virtud la situaríamos como equilibrio, y las tendencias humanas hacia el mal como la oscilación hacia el defecto o el exceso (vicio o incontinencia). En la siguiente tabla vamos a poner algunas virtudes correspondientes a cada una de las Sefirot y las Klipot correspondientes que ocultarían la Luz que tiene que desarrollar ese individuo:
¿Cómo conseguir ese equilibrio que llamamos virtud?
- Reconocer el punto de armonía: Tanto para la filosofía clásica como para la enseñanza de la Cabala, buscar esa armonía en la oscilación entre las dimensiones del Árbol De La Vida suponen la adquisición de la virtud. Pero dentro de cada dimensión también hay que buscar el equilibrio entre el exceso y el defecto.Por ejemplo, la valentía es el término medio entre la cobardía y la temeridad.
- Práctica y Habitualidad: No es algo que se tenga, es algo que hay que trabajar y mostrar gran perseverancia. Por ejemplo, nos volvemos justos realizando actos de justicia y valientes realizando actos de valentía. Es esencial practicar repetidamente acciones virtuosas para desarrollar un carácter virtuoso.
- El Papel de la Razón: Se consigue mediante la sabiduría y el entendimiento, además de actuar de manera ética. Supone poner en práctica la sabiduría.
- Educación y Formación: El estudio y el aprendizaje, junto con la formación moral desde una edad temprana es crucial para el desarrollo de hábitos virtuosos. Para el cabalista la puesta en práctica de las Mizvot y las buenas acciones junto con el estudio de la Torá.
- Reflexión y meditación: Se debe trabajar en dos líneas, la primera con el autoconocimiento y reflexión continua; por otro lado con la meditación y la trascendencia.
- Influencia de la sociedad: Atendiendo al hecho social, como dice el refrán “dime con quien andas…”. Las relaciones y la comunidad son fundamentales en el crecimiento personal y espiritual. Una mala influencia puede frenarnos e impedir el avance.