La palabra «Satán» en hebreo se traduce como “obstaculizador» y también “adversario”. Con la primera acepción, entendemos un término que evoca la idea de algo que se interpone en el camino, creando obstáculos y dificultades en la vida de las personas.
Sin embargo, en Cábala y dentro del pensamiento místico, la figura de Satán es mucho más compleja y profunda de lo que esta simple traducción sugiere. En la segunda acepción, el Satán desempeña un papel crucial actuando como un acusador o adversario en la corte celestial. Su función es la de desafiar a los seres humanos ante Dios, no necesariamente con el propósito de tentar o corromper, sino para poner a prueba su fe y su rectitud. A menudo se le representa como un ángel que cuestiona las acciones de las personas y busca la verdad en sus intenciones.
Según la acepción «obstaculizador», Satán aparece como algo que interfiere en la vida de las personas, pero estos obstáculos y desafíos son vistos como oportunidades para el crecimiento espiritual. Se cree que Satán planta obstáculos en el camino con el propósito de que superen las pruebas y desarrollen sus almas. Al igual que un maestro exigente que presenta desafíos para ayudar a sus estudiantes a aprender y crecer, Satán, en la tradición mística judía, desempeña un papel necesario en el viaje espiritual. En el Libro de Zacarías, se nos muestra al Satán como un fiscal en la corte celestial.
En el Libro de Job, el Satán, trata de corromperle haciendo abandonar su Fe en el Creador, poniéndole todo tipo de duras pruebas. Su tarea es esa, conseguir que Job renuncie a ser un Tzadik. Pero su función no concluye con hacer el mal, si no que su misión es la de elevarlo espiritualmente a base de duras pruebas. De hecho, se consigue ese ascenso, en palabras del propio Job: “El Señor dio, el Señor quitó, alabado sea el nombre del Señor”. Job 1:21
Viendo toda la Torah como algo que está pasando y nos está hablando de nosotros mismos, la exégesis judía del «yetzer hara» reconoce la complejidad de la naturaleza humana y la constante lucha moral a la que se enfrentan las personas. Esta interpretación metafórica de «Satán» refleja la comprensión de que el mal no proviene de fuentes externas, sino que reside en las propias elecciones y deseos humanos. Esto se traduce, desde una visión cercana al estoicismo, de que nosotros somos con nuestras interpretaciones los que creamos la realidad.
En lugar de ser un ser malévolo que causa sufrimiento, la figura de Satán en la Cábala se convierte en un agente divino dentro del proceso de creación, con una función determinada, que contribuye al proceso de elevación del alma. A través de los obstáculos que presenta, el Satán ayuda a las personas a descubrir su verdadera naturaleza, a superar sus debilidades y a acercarse a Dios.
A través de sus desafíos y pruebas, se espera que los seres humanos fortalezcan su fe, purifiquen sus almas y se acerquen a la divinidad, en un viaje espiritual hacia la verdad y la elevación.