En este artículo vamos a comentar el libro “El Dios de cada uno” de Francisco Mora, Doctor en Medicina y Neurociencia, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y una eminencia en el ámbito de la neuroeducación. Haremos un pequeño resumen de esta obra y nuestra visión del mismo desde la perspectiva cabalística.
En el libro el autor explica la necesidad del hombre de construir religiones, dioses y todo tipo de pensamiento supersticioso; habla de como líderes carismáticos son capaces de cristalizar los pensamientos mágicos para crear una serie de normas que aúnen a un pueblo y permita controlarlo. A su vez marca una clara diferencia entre el Dios de Abraham (conciliador, amigo y amoroso); con el de Moisés (violento, irascible y vengativo) y el de los evangelios (todo paz y amor).
Señala la posibilidad de que Abraham padeciese algún tipo de demencia (o lesión en el lóbulo frontotemporal) y que lo que entendió como manifestaciones divinas, fueran alucinaciones. Por otro lado está el fortalecimiento de la religiosidad cerca de la vejez como posible causa de su creencia irracional (tenía 77 años cuando tiene las revelaciones). Cuestiona y critica que Dios se convierta en juez y repartidor de tierras “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré” Gen. 12:1. Y también se señala la crueldad de Dios al poner a prueba a Abraham mandándole sacrificar a su hijo.
En otro de los capítulos analiza la figura de Moisés poniendo en duda que llegase a existir (al no haber documento alguno que lo acredite). Resalta, sin embargo, la importancia de su figura para conjuntar al pueblo judío alrededor de una creencia. Según el autor, Moisés, no creó ninguna religión, le dio al pueblo una ya existente en Egipto.
Para Mora, la aparición de la autoconciencia en el hombre, viene asociada con la aparición de la religiosidad y la espiritualidad. Es por tanto una necesidad del hombre el pensamiento mágico como respuesta a las facetas de la realidad que escapan a su entendimiento. Las neuronas reestructuran en el interior lo que sucede en el exterior.
Cita a Hubel para el que Dios es una necesidad del hombre hacia lo sobrenatural; a Stephen Hawking que defiende que no es necesaria la actuación de un dios para la creación de un universo, sin principio ni fin, y autosuficiente. Igualmente menciona a Francis Crick, para el que no hay alma desvinculada del cuerpo. ni vida después de la muerte; además, para Crick, es imposible creer en la biblia ya que lo que cuenta sobre la creación del universo es falso.
En la obra también se señala a Albert Einstein, quien no podía concebir un dios interfiriendo en los designios de los hombres. Para él no podría haber un dios personal juez de los actos humanos, ni vida después de la muerte. Sin embargo, el genio, se maravillaba ante la existencia de algo inalcanzable más allá de lo que el ser humano puede captar, señalando la existencia de algo racional más allá de lo que los humanos pueden aprehender. La realidad para Einstein (al igual que para los cabalistas) sería un reflejo que captamos de modo indirecto.
Como conclusión: es la búsqueda de sentido la que hace que los sistemas cognitivos del cerebro construyan la idea de Dios (que sólo existe para los humanos). El hombre, incapaz de encontrar la verdad absoluta y desmoralizado por los interrogantes que plantea la existencia, se acaba escudando en la creencia de un ser racional superior que le dirige, observa, castiga y premia.
Reflexión cabalística
Este trabajo de investigación, interesante y de recomendada lectura, tiene algunos aspectos que debemos tratar desde una perspectiva cabalística. Francisco Mora, igual que muchos autores que usan el mismo método, hace una interpretación literal de los textos y personajes analizados en la obra. Esta visión, que es la que muchos fieles tienen, ha conducido al ser humano (en aras de la religión procesada) a creer que su verdad es la verdad; por tanto, en su crítica a los textos sagrados, Mora realiza una visión superficial, sin profundizar en la mística, los mensajes y enseñanzas que se encuentran en ellos.
Para poder conocer y entender la Torá, se debe tener en cuenta que hay cuatro niveles de interpretación, cada uno de las cuales permite su entendimiento de modo más profundo. El primero de ellos, Peshat, que es donde se queda el autor, sería lo que se percibe al leer el texto de una manera literal. Veamos un brevísimo resumen de estos cuatro niveles:
1) Peshat: Es el nivel más superficial de entendimiento. Supone la interpretación literal de los textos. Esto significa que, si en Bereshit aparece que Dios tomó una costilla de Adán para crear a la mujer o que el mundo se hizo en siete días, es tal cual lo que sucedió.
2) Remez: Es un nivel más profundo y conectado con el cuarto nivel (Sod) en el que aparecen pistas y alusiones que ayudan a comprender. Estaríamos en un nivel en el que se interpreta lo que quiere decir. Aquí encontramos la Guematría (valor numérico asignado a letras y palabras hebreas). De este modo, por ejemplo, la palabra Ain (nada) y la palabra Ani (yo) tienen el mismo valor, dando a entender el vacío que existe dentro del individuo.
3) El Drush (o Midrash): Nivel aún más profundo de estudio de la Torá donde los exégetas y sabios hacen relación de textos y profundos debates.
4) Sod (secreto): Supone un nivel aún más profundo de comprensión y la búsqueda de pistas y secretos ocultos en los textos. Es la parte mística, esotérica de la Torá, a lo que están profundamente dedicados los cabalistas;. Un ejemplo sería como se menciona en el Génesis la creación del hombre, en el que se usan tres verbos (crear, formar y hacer). Estos tres verbos que se usan corresponden con los tres universos del plano finito (Briá, Yetzirá y Asiá), a la vez que a los tres niveles del alma correspondientes (Neshamá, Ruaj y Nefesh).
El autor juega a la negación de Dios con esa visión casi infantil del término enseñado en las religiones. Esta visión se aleja de la concepción cabalista del Dios Infinito, inaprehensible para nosotros. Se ha antropomorfizado la figura de Dios atribuyéndole incluso cualidades humanas.
Dentro del estudio profundo de la Torá se alcanza el pleno entendimiento de la realidad del hombre y la Creación. En Cábala, cuando se habla de Dios, se habla de Ein Sof como Infinito quien, por su voluntad Infinita, da lugar al universo de la creación espacio tiempo . El Ein Sof autocontrae su energía Infinita y en un proceso de reconfiguración de energías da lugar a la maravilla de la creación. En este aspecto, El Eterno, permanece oculto, no podemos percibirlo, pero sí podemos percibir su manifestación.
Sería interesante que, al realizar estos trabajos, se fuera más allá de las interpretaciones literales y dogmáticas (que también cuestiona la Cábala) y se analizara en profundidad los textos. De este modo se podrían otorgar argumentos sólidos con los que poder iniciar un debate sobre, si todo lo creado es fruto del azar o realmente hay algo racional y con voluntad detrás del proceso de la Creación.