Pasión y propósito en la vida

Hoy participaba en un foro sobre la felicidad en función de aunar pasión y propósito en la vida, a tenor de la visualización y debate sobre la película Soul de Pixar. En este sentido la opinión mayoritaria giraba en que si eras capaz de combinar tu pasión con tu propósito, inexcusablemente serías feliz. De hecho, uno de los participantes que había conseguido ganarse la vida gracias a su pasión (viajar, escribir y dar charlas sobre crecimiento personal) defendía que la película confunde que para ser feliz uno tenga que entender la vida alejada de lo que le apasiona.

Desde la Cábala se define que aunar pasión y propósito en la vida no tiene por qué corresponder a felicidad. Para la Cábala, de hecho, el propósito en la vida está unido a la rectificación (El Tikún) y esto es un trabajo que el alma viene a realizar a esta dimensión. El mundo que conocemos está fragmentado pues es un fragmento de la infinitud a la que se considera la verdadera realidad. Por tanto lo que viene a hacer cada alma a esta dimensión es a hacer un trabajo de rectificación para volver a la unicidad con el Infinito (Ein Sof). 

Por tanto, en este caso, sí podríamos decir que, haciendo un profundo análisis de la película, sí acierta de pleno, ya que su protagonista entiende que no ha cumplido su propósito en la vida pues ha muerto antes de tocar en la banda de Jazz en la que quería tocar; siempre ha estado haciendo lo que se suponía que tenía que hacer y, además, ha perdido unos valiosísimos años dando clases en vez de estar cumpliendo su sueño. A medida que transcurre la película, lo que va entendiendo es que la felicidad y el propósito no dependen de agentes externos sino que está ligada a su crecimiento y aumento de nivel de conciencia.

Lo que se entiende desde la Cábala es que el trabajo del individuo está directamente relacionado con armonizar, a través del autoconocimiento, todas las dimensiones que componen su árbol de la vida dentro de los distintos niveles del alma. Este aumento se produce dentro de las diez dimensiones o sefirot y los veintidos canales que las unen. 

En este sentido, no es tan importante la tarea que realiza el sujeto, si no la voluntad que pone en ella. Ver el amor dentro de cada tarea que se realiza hará que una persona cambie su perspectiva y se sienta completamente realizada en aquello en lo que realiza su desempeño. Por poner un ejemplo, si una persona que realiza una tarea de limpieza, entiende el bien que está haciendo al convertir ese lugar en un lugar más habitable e higiénico, no necesitaría de mayor reconocimiento por parte de nadie; alguien que estuviera todo el día atendiendo un teléfono podría entender el bien que realiza a todas las personas que buscan información y él da; un enfermero, médico, bombero, etc. tendrían una perspectiva similar sin tener que acudir a elementos externos que le otorguen ninguna felicidad. Todos estos individuos estarían participando en la tarea de rectificación del universo con su generosidad hacia los demás.

Entender el propósito en la vida es, por tanto, más una actitud ante la vida; una actitud de convencimiento en que cuanto más crezca el nivel de su conciencia y su autoconocimiento más valioso será para su entorno y mayor será su reconocimiento a nivel universal. Para ello hay un componente fundamental que pasa por ir madurando y abandonando los procesos egoicos que hacen que uno tenga la sensación de que todo gira en torno a sí mismo.