En Occidente somos desgraciados porque tenemos un Dios principal, la economía
James Hillman
Observamos con estupor como, de repente, el mundo parece haberse vuelto loco. Seguimos las noticias y vemos como nuestros gobernantes, en muchos casos elegidos democráticamente, toman decisiones que perjudican gravemente a la ciudadanía. Asusta ver como estas personas, cuyo trabajo es hacer la vida más fácil a las personas, se ocupan muy mucho de hacer que se viva cada vez peor. En el mundo hay actualmente 65 conflictos armados, esto supone que unas personas se enfrentan a otras con la intención de destruirse. Esto es gravísimo pues significa que alguien, por encima de ellos, ha decidido que su futuro es matarse.

No nos engañemos, no existe ningún beneficio en la guerra, no supone ningún avance elegir como solución eliminar al otro. Generalmente, detrás de todo conflicto bélico, suele haber una gran potencia que se beneficia de la situación, lo que significa que se manipula, por un interés económico o geopolítico, a una población para que se maten; y, de este modo, poder controlar unas riquezas o un territorio que no les pertenece.
Es, por tanto, urgente que los individuos y, por tanto, la sociedad, tomen conciencia de lo que supone este lastre de élites cuyas decisiones están muy lejos de beneficiar a nadie. Lo exigible es que cumplan con su cometido de administrar los bienes y velen por el bienestar de la ciudadanía. Esto supone sanidad, seguridad, justicia y educación. Sin embargo, lejos de hacer estas tareas, vemos como se dedican a sus intereses, aumentar su poder, área de influencia, facilitar negocios de terceros, etc.
Por otro lado, según estudios recientes, cada vez hay más personas que recurren a antidepresivos por sus elevados niveles de tristeza, depresiones y ansiedad. La falta de sentido es una realidad en nuestra sociedad; además la presión social y los elevados niveles de soledad que siente la gente, hacen que acaben buscando en la química la salvación. Por otro lado, en otros casos, pero también huyendo de la soledad y la presión social, vemos como se echan en brazos de gurús, maestros de vida, religiones, dogmas, etc.
La solución a esta terrible situación no es otra que el aumento de los niveles de consciencia de todos los individuos que componemos la aldea global. Lo primero que hay que tener en cuenta es que todos somos fragmentos de una misma unicidad. Por tanto, carece de sentido que nos matemos unos a otros o que, simplemente, nos dediquemos a perjudicarnos.

La búsqueda dentro de nosotros mismos ayuda al crecimiento personal dentro de las dimensiones inferiores, como vimos al analizar el árbol de la vida desde el punto de vista emocional. Pero, el trabajo no acaba ahí, hay que desarrollar el aspecto espiritual del individuo, que suele ser también una de las causas de infelicidad.
La Cábala nos ayuda en esta tarea de aumentar nuestros niveles de conciencia haciéndonos partícipes de un esquema muy sencillo que nos ayuda a entender nuestra realidad. Los niveles de conciencia en Cábala son cuatro, correspondientes a la línea central del Árbol De La Vida siendo, desde abajo
Nuestro primer nivel de conciencia el nivel maljútico nos hará darle el valor a las cosas que realmente tienen, sin menospreciar todo lo material, pero sin idolatrarlo.
Tenemos el segundo nivel, Yesod, mediante la cual buscamos el equilibrio dentro de nuestras relaciones sociales.
El nivel de conciencia tiferética haría referencia al amor a uno mismo o la autoestima y todo lo que tenga que ver con nuestro yo interior.
Por último estaría la trascendencia a los niveles superiores. Este es el nivel más elevado al que el individuo pueda llegar y su proceso no acaba nunca.