La muerte como ilusión

Entendiendo el propósito del alma

Para muchas personas, la muerte es el final del trayecto, la conclusión de un proceso al que llamamos vida y que, con la muerte biológica, se acaba. Sin embargo, esto plantea algunos interrogantes desde el punto de vista espiritual; ¿podría ser que todo lo que creemos saber sobre la vida y la muerte fuera una ilusión?. Imaginemos la vida como el que observa un inmenso tapiz, pero viendo sólo una pequeña parte de él; sin duda, no captaría todos los detalles que lo componen. Algo similar sucede con nuestro entendimiento y percepción limitada de la realidad. 

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis juicios, y los pongáis por obra.
Ezequiel 36:26-27

Si entendemos la existencia como un proceso de reconexión total con la Fuente de Toda Vida, de la que una vez nos separamos, la Luz Infinita, alcanzar esta unión no anula nuestra existencia individual, sino que la eleva a una realidad donde la muerte simplemente no puede operar. La muerte es una percepción que surge de nuestra visión fragmentada de la realidad. Por tanto, la inmortalidad es un potencial en cada persona en un nivel de conciencia que trasciende las limitaciones de este mundo físico. Ahora bien, esto es difícil de entender por nuestra naturaleza egoísta, no entendemos que nuestra alma emana de un Creador, cuya esencia es puro deseo de otorgar, y ésta se rompe cuando surge en nosotros el deseo de recibir. Este egoísmo es la verdadera fuerza de separación. Actuar dominados por este deseo egoísta es como cortar los hilos que nos unen a la Fuente de Vida. Según Rav Áshlag explica que el cuando el deseo de recibir para uno mismo nos domina por completo, nos desconectamos de la vitalidad divina, y lo que percibimos como muerte se manifiesta en el mundo físico.

Ahondando en este concepto, el camino hacia la reconexión y, por ende, hacia la inmortalidad, es la transformación del deseo, no eliminando, sino cambiando su intención. Pasar de «recibir para mí mismo» a «recibir para compartir» (o «Deseo de Recibir para Otorgar”). Sin embargo, lograr una transformación completa del deseo, erradicando por completo el egoísmo, es una tarea monumental que rara vez se completa en una sola “vida”. Es aquí donde entra un concepto clave y pilar para la Kabbalah: Gilgul Ha-Neshamot (Rotación de las Almas). El alma, en su camino, tiene que cumplir un proceso de rectificación llamado Tikún. Ya que la transformación del deseo solo puede ocurrir a través de nuestras interacciones y acciones en el mundo físico, el alma «rota», regresa, reencarna, vida tras vida, para tener las oportunidades necesarias para completar su Tikún, para corregir los errores pasados y potenciar las virtudes necesarias para refinar su deseo.

El alma humana tiene cinco niveles: Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jaiá y Iejidá. Estos niveles abarcan desde las necesidades físicas hasta la unión con el Creador. La Neshamá es el agente principal en el proceso del Gilgul y el Tikún. Su misión en este mundo es rectificar sus propios aspectos (errores de vidas pasadas, rasgos de carácter) y también contribuir a la rectificación general de la creación. Esta labor solo puede realizarse en el plano físico, a través de las decisiones y acciones. Estas vidas pasadas, que generalmente nos quedan veladas, dejan una impronta. Todo lo que nos pasa y las personas que atraemos, son ecos de aquello que quedó pendiente. Nuestro entorno actual con sus circunstancias, son el escenario diseñado para que abordemos ese tikún. 

Este conocimiento revelado, no son ideas para creer o fascinantes teorías esotéricas, el Gilgul y el Tikun son experiencias para vivir. La espiritualidad, desde esta perspectiva, es un camino activo, una experiencia directa. Estamos inmersos en un proceso que podemos empezar a comprender y guiar a través del entendimiento de que somos portadores de una Luz proveniente de La Fuente de la Creación con la que, mediante nuestro trabajo, establecemos conexión y supone nuestra transformación interna.

Pero ¿Cómo logramos realizar este trabajo de entender lo que nuestra Neshamá está pidiendo, si no somos capaces de escucharla? Los sabios cabalistas nos dan las respuestas: 

Primero a través de las acciones que emulan la naturaleza del Creador; actos de altruismo, compartir sin esperar recompensa, conectar con otros por encima de nuestro propio interés. En este sentido es muy importante la introspección y purificación de intenciones para descubrir qué motiva nuestras acciones. Debemos analizar el bien que hacemos y purificarlo de cualquier egoísmo adherido.

Por otro lado, el Trabajo Espiritual, Estudio y Oración para guiarnos en este proceso de transformación. Comprender que el objetivo de la vida es alcanzar el nivel de adhesión al Creador con Conciencia del Propósito de la Vida. La espiritualidad entendida como algo que va más allá de creer, es experimentarla directamente a través de la meditación, el estudio y la introspección. La reencarnación misma se considera algo que puede vivirse y experimentarse directamente.

Por último, hay que entender que las vidas pasadas influyen en la vida presente y que las circunstancias actuales son un reflejo de lo que quedó incompleto en vidas anteriores. Por otro lado, la inmortalidad potencial y el ciclo de reencarnaciones para la rectificación, nos ofrece una perspectiva que va más allá de la simple extinción. Esto invita a la reflexión sobre el propósito de la vida, la importancia de las acciones y la conexión del alma con una realidad trascendente. Así, gracias a la espiritualidad y el pensamiento místico, se encuentra consuelo y un sentido de continuidad frente al enigma de la muerte.

Deja un comentario