«Y harán un santuario para Mí, y habitaré en medio de ellos.»
(וְעָשׂוּ לִי מִקְדָּשׁ וְשָׁכַנְתִּי בְּתוֹכָם,Éxodo 25:8)
El Santuario como Metáfora del Desarrollo Espiritual
A lo largo de la historia, la humanidad ha intentado conectar con lo divino mediante la construcción de templos, monumentos sagrados y estructuras simbólicas. Sin embargo, la tradición cabalística introduce una visión más profunda: el verdadero Santuario no es un espacio físico, sino una realidad espiritual que se manifiesta en la conciencia del individuo.
El versículo Éxodo 25:8 trasciende la instrucción literal de construir un Tabernáculo en el desierto y revela un principio fundamental de la espiritualidad: la transformación del ser humano en un espacio para la luz divina. El Eterno no requiere un lugar físico para habitar, sino un espacio interior en cada persona que refina su alma y se eleva espiritualmente.

El Mishkán, que los israelitas armaban y desarmaban en cada etapa de su travesía por el desierto nos revela que la santidad no es estática. Una vez que el Santuario era desmontado, el lugar donde estuvo erigido no conservaba santidad alguna. Este principio subraya que la espiritualidad requiere trabajo y renovación continua. Si el individuo deja de trabajar en su crecimiento interior, la luz que ha cultivado se va disipando.
Analicemos esta metáfora a través de los cuatro niveles de interpretación de la Torá (Pardes), aplicados a la transformación espiritual.
Los Cuatro Niveles del Pardes y su Aplicación Espiritual
El Pardes (פרדס), acrónimo que representa los cuatro niveles de interpretación de la Torá: Peshat (literal), Remez (simbólico), Drash (exegético) y Sod (místico) reflejan el desarrollo gradual de la conciencia espiritual.
1. Peshat (פשט) – El Sentido Literal
En su nivel más simple, el versículo ordena la construcción del Mishkán como un espacio físico para la manifestación de la Shejiná. Es una instrucción concreta dentro de la narrativa del Éxodo. De un modo un poco más profundo supondría la lectura de textos sagrados, el rezo de un modo más dogmático.
2. Remez (רמז) – La Clave Simbólica
La frase «y habitaré en medio de ellos», en lugar de «en él», sugiere que la verdadera morada divina no está en un Santuario físico, sino en la interioridad del ser humano. La Torá presenta aquí un llamado a convertirse en un receptáculo de la luz divina. Profundizando en este sentido, lo que realmente quiere decir el texto, se va desvelando, haciendo ver que realmente El Santo, Bendito Sea, lo que quiere es revelarse dentro de cada individuo.
3. Drash (דרש) – La Dimensión Exegética y alegórica
Desde la perspectiva del Midrash, el Mishkán es un microcosmos del universo, reflejando el acto de la Creación. La palabra «Mikdash» (מִקְדָּשׁ, «Santuario») comparte raíz con «Kedushá» (קדושה, «santidad»), lo que implica que la función del Mishkán no era solo ritual, sino una herramienta de santificación personal y colectiva.
La enseñanza clave aquí es que la espiritualidad no es una entidad fija, sino una práctica dinámica. Así como el Mishkán perdía su santidad al ser desmantelado, la luz divina en el individuo se apaga si no se cultiva mediante el esfuerzo y la introspección constantes.
4. Sod (סוד) – La Dimensión Mística
En el nivel más profundo, la construcción del Mishkán representa la arquitectura del alma humana. Cada elemento del Santuario se relaciona con un aspecto del desarrollo espiritual:
- La Menorá simboliza la iluminación de la conciencia.
- El Arca del Pacto representa el conocimiento oculto.
- El Altar es el espacio de transformación interna.
Desde la perspectiva de Abraham Abulafia, el Mishkán también puede entenderse como un proceso de refinamiento a través de la meditación en el Nombre Divino. Su método de permutación de letras y vocalización sagrada tenía como propósito liberar al alma de sus ataduras mundanas y conectarla con la realidad trascendental.
El Bahir establece que la luz divina es una realidad activa y tangible que el ser humano puede captar a través de la introspección y el estudio. El Mishkán, en este sentido es un modelo de iluminación personal, donde desde la sabiduría y el desvelamiento, se alimenta la comprensión.
La Construcción del Santuario Interior
La enseñanza de Éxodo 25:8 revela que la divinidad no se encuentra en estructuras externas, sino en la vida de aquellos que trabajan para canalizar la luz espiritual. La verdadera construcción del Mishkán no ocurrió solo en el desierto, sino que sigue ocurriendo en cada individuo que se esfuerza por elevarse.
El caso del Mishkán nos recuerda que la espiritualidad requiere esfuerzo continuo. Así como el Santuario físico solo mantenía su sacralidad mientras estaba en uso, nuestra conexión con la luz divina también exige dedicación constante.
Mediante el estudio, la introspección y la acción ética, podemos convertirnos en un Santuario viviente. No se trata solo de un conocimiento teórico, sino de una experiencia práctica de armonización con la estructura sagrada del universo.
Así, el versículo «Y harán un santuario para Mí, y habitaré en medio de ellos» cobra un nuevo significado: Dios ya habita dentro de nosotros; nuestro papel es abrir los canales para revelar Su presencia.