¿Es suficiente la buena intención para justificar nuestros actos?

“Son útiles o buenas las acciones que sirven a un propósito y lo alcanzan.”
Moshé Ben Maimon – MAIMÓNIDES –

Profundizando en esta frase del sabio podemos deducir que se refiere a todo lo que se hace con buena intención y no conduce a buen fin. Muchas personas se escudan en frases como “la intención era buena” o “la intención es lo que cuenta”, pero, esto no es correcto. La buena intención sirve de motivación para hacer buenas obras, pero no siempre se actúa correctamente en aras de esa buena intención.

Hay un relato inspirador de un discípulo que iba a contarle a su maestro que había encontrado un muerto al lado del camino y que se alegraba por haberle llevado a la ciudad para que fuera enterrado. El maestro le dijo que había cometido un error, que esa persona era de una tradición en la que debían ser enterrados donde fallecían y que al llevarlo a otro lugar había hecho un gran daño.
En esta historia podemos comprobar que, aunque la intención era buena, las consecuencias de sus actos no lo eran.

Pero ¿cómo saber si hacemos lo correcto?, ¿hasta dónde se puede medir el alcance de los actos?, ¿cómo se puede evaluar las consecuencias que se puedan generar?. La respuesta a estos interrogantes no es sencilla y, en muchos casos no se puede saber. Son muchas las personas que consultan con dudas; incluso encontramos quien hace (como en el relato) un daño al tratar de ayudar a la otra persona.

¿Qué se puede hacer entonces?, ¿Cómo podemos proceder?
Se debe tratar de ser empático y obrar valorando las necesidades del prójimo. En muchas ocasiones nos encontraremos que la mejor manera de ayudar a alguien es no prestar ayuda, o haciendo algo que no le va a resultar agradable en principio, como cuando educamos a un niño.

Claramente lo que nos enseña la Cábala es que cuanto mayor sea nuestro nivel de conciencia, mayor será la ayuda que podamos ofrecer a nuestros semejantes, ya que tendremos una visión mucho más amplia de la realidad. Por el contrario cuanto menor sea nuestro nivel de conciencia, más reducida será nuestra percepción de las situaciones y más posibilidades habrá de que erremos al tratar de ayudar, por buena que sea nuestra intención.

Árbol De La Vida

Es importante el crecimiento en todas las dimensiones que componen al ser humano, pero no se debe trabajar el plano superior sin tener equilibrado el plano inferior. Encontrar el perfecto equilibrio es una tarea de toda la vida y es muy difícil de conseguir plenamente, todo el mundo tiene carencias emocionales que le dominan (como la tristeza, la frustración, la ira…); sólo algunas personas santas están eximes de la corrección y no les afectan las situaciones; pero para el resto es una tarea de toda la vida el trabajo personal. El crecimiento en el ámbito personal, correspondiente a las siete dimensiones inferiores del Arbol de la Vida, se torna un trabajo fundamental para poder crecer en el plano superior y poder ayudar a los demás en el plano inferior.

Encontrando un mayor grado de equilibrio en las distintas dimensiones sabremos que, aunque es fundamental ser generosos, también tenemos que aprender a poner límites a las demandas que nos llegan; que aún teniendo que ser humildes, no debemos ser humillados; que aunque hay que poner límites para evitar abusos, tampoco hay que ser una persona estricta. 
En definitiva buscar la armonía en el mapa que representa el Árbol De La Vida.

¿Podemos hacer esto solos?, en un principio la respuesta es no. Como dice el Rav. Aharon Shlezinger “Un preso no puede liberarse solo”. Todos los condicionantes que tiene el individuo (personales, fisiológicos y sociales) impiden el crecimiento personal y, en mayor medida, el espiritual. Por este motivo, en muchas ocasiones, es fundamental la ayuda de profesionales para deshacer nudos en la personalidad que impiden el avance. Al encontrar la ayuda adecuada sea en el plano físico, mental o espiritual, se observará que el avance es mucho más rápido y eficaz.

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