וְהָאָ֗רֶץ הָֽיְתָ֥ה תֹ֨הוּ֙ וָבֹ֔הוּ וְח֖שֶׁךְ עַל־פְּנֵ֣י תְה֑וֹם וְר֣וּחַ אֱלֹהִ֔ים מְרַחֶ֖פֶת עַל־פְּנֵ֥י הַמָּֽיִם
VEHAÁRETZ HÁIETÁ TÓHU VABÓHU, VEJHÓSHEJ -AL PENÉ TEHÓM, VERÚAJH ELOHÍM MERAJHÉFET, -AL PENÉ HAMMÁIM.
Y la Tierra estaba en caos.., y había oscuridad sobre la faz del abismo, y el Espíritu Divino prevalecía sobre la faz de las aguas.
Génesis, 1:2
El proceso del Tzimtzum, Tohu Bohu y Tikún estudiado en profundidad en los textos cabalísticos, mediante el que se produce la Creación, también ofrece una perspectiva sobre la forma en que el ser humano atraviesa sus crisis y situaciones desequilibrantes.
Comprender estos procesos proporciona nuevas perspectivas además de herramientas para enfrentar la vida. Exploraremos estos conceptos desde los textos sagrados, su aplicación en las experiencias cotidianas y también en esas personas con nivel espiritual elevado.
Tzimtzum, Tohu Bohu y Tikún según los textos sagrados
En las enseñanzas del Ari, el Tzimtzum es el acto de contracción Divina que permitió la creación. Antes de la existencia del mundo, la Luz Infinita (Or Ein Sof) llenaba todo. Para que pudiera existir un espacio donde la creación tuviera lugar, Dios retiró Su Luz en un acto de autolimitación. Este proceso debe entenderse como un reordenamiento que permite la manifestación y no como una ausencia de Divinidad.
Este vacío no quedó en total oscuridad. En su interior permanecieron vestigios de la Luz Divina, lo que llevó al estado de Tohu Bohu, un caos primigenio donde las Sefirot originales se fragmentaron. Este quiebre generó las «cáscaras» o Kelipot, fuerzas de ocultación y desorden que impiden la revelación plena de la divinidad. Este caos originario no es un error, es una etapa necesaria en el proceso de la Creación.
En este punto, la creación se divide en los tres mundos de la Cábala, quedando fuera el mundo de la Emanación (Atzilut) por estar en el plano Infinito. Cada uno de estos mundos representa un nivel de manifestación de la Luz Divina y de las chispas dispersas en la Creación. Estos mundos, como sabemos, son tres:
- Briah (Creación): Primer nivel de individualización, donde comienzan a manifestarse las almas y las inteligencias superiores.
- Yetzirah (Formación): Mundo de las emociones y la configuración del alma, donde la separación entre las fuerzas es más evidente.
- Asyah (Acción): Mundo de la acción donde tenemos la percepción de la realidad físicamente.
El proceso de Tikún, o rectificación, comienza cuando las chispas de santidad dispersas en el caos son elevadas y restauradas a su fuente. Tikún Olam significa la rectificación de ese universo que al ser creado dejó chispas divinas atrapadas en este plano. Para este proceso, el ser humano, hace el trabajo de elevación de conciencia y colabora con el Plan General de la Creación. Por tanto, este trabajo, no es otra cosa que devolver la armonía original, el alcance de la perfección.

Aplicación en una situación cotidiana
En cualquier situación cotidiana se podría hacer una interrelación con el proceso de la creación sagrada antes mencionada. En toda situación que enfrente una persona va a haber un primer momento de calma, algo que rompa esa armonía o equilibrio; y un proceso en el que tendrá que hacer rectificación para salir adelante.
Consideremos un ejemplo práctico de una persona que es despedida de su empleo. Sin duda, a primera vista, esto generará un enorme desorden y asestará un golpe devastador en su cotidianeidad. Sin embargo, si profundizamos en la situación, sigue el mismo patrón que el proceso anteriormente descrito.
- Tzimtzum: La pérdida del trabajo representa ese choque en el que su estabilidad se contrae y su zona de confort desaparece, dejándolo sin la estructura que le brindaba seguridad.
- Tohu Bohu: Se genera un vacío en el que, al menos en principio, empieza a reinar un caos. Su mundo, tal como lo conocía, sufre una reducción. Aquí puede caer en una enorme frustración, sentimiento de culpa, incertidumbre, miedo, vergüenza… Puede cuestionar su valía, sentirse perdido y sin dirección. En este punto, el caos y la fragmentación interna emergen con fuerza. No comprende el sentido de lo que le ha ocurrido y puede caer en estados de desesperación, ansiedad o parálisis. Debería ser una persona muy elevada o tener ya una solución previamente adquirida para que esto no le afectara. Esta situación de caos, le conducirá a enfrentarse a una nueva realidad.
- Tikún: Bien en soledad o con el apoyo adecuado, si enfrenta la situación con conciencia, iniciará un proceso de reconstrucción. Buscará nuevas oportunidades, redefinirá su propósito profesional o incluso comprenderá que este despido le abre puertas a un crecimiento en otro ámbito. La elección del camino y su esfuerzo por trascender la crisis representan su proceso de rectificación. Cada paso dado con conciencia y propósito es un acto de restauración de equilibrio y crecimiento.
Albergar esperanza en los momentos de aflición es clave para solventar estas situaciones. Ver las cosas con perspectiva ayuda a dinamizar la voluntad y ponerse a trabajar para construir una nueva realidad. En este sentido, esa situación inicial que produjo una ruptura del equilibrio, conduce a nuevas situaciones que no podrían haberse producido de haber seguido donde estaba.
Este tránsito, como casi todo tiene subidas y bajadas (o avance – retroceso). Habrá momentos durante el proceso de rectificación en los que el caos parece volver a apoderarse de la situación, incluso con más fuerza que al principio. Esta situación puede llevar, aún estando dentro del proceso de rectificación de nuevo al caos. No obstante, incluso aunque eso suceda, produce la integración de la experiencia y la evolución personal. La persona que emerge de este proceso no es la misma que entró en él. Ha cambiado, ha aprendido y ha crecido.
Aplicación en una persona de alto nivel espiritual
Para alguien con una conciencia espiritual elevada, el proceso se experimenta de manera similar, aunque en otros niveles. Un místico también tiene que enfrentar determinadas crisis en su servicio divino. Además, cuanto más alto es el nivel, más sutil es la operación del mal.
- Tzimtzum: Su conexión con la Divinidad parece disminuir. Siente una retracción en su percepción de la Luz, lo que lo lleva a un estado de introspección forzada. La presencia divina, que pudo haber experimentado de modo constante, parece haberse ocultado. También puede quedar atrapado en el Tehom, ese vacío que se produce cuando el místico avanza y se hace consciente de la irrelevancia de lo material y lo mundano. Aunque este ocultamiento tiene una función para alcanzar una comprensión más profunda, puede llevarle a una sensación de caos.
- Tohu Bohu: Su alma experimenta una lucha interna intensa, se puede llenar de una desesperanza momentánea. La frustración en este plano tiene un componente dimensional muy fuerte, ya que no hay una terapia mundana que pueda ayudarle. Puede, como le ocurre a Elishá Ben Abúya, uno de los sabios que entró en el Pardés, llegar a renegar de su espiritualidad y volver a lo mundano. La elevación de consciencia en este plano supone entender que este caos forma parte de un proceso mayor. Su labor es integrar los niveles más altos y, a la vez, sutiles de percepción.
- Tikún: Con un trabajo constante, el místico acepta cada paso como una Bendición; continúa con su estudio profundo, la meditación y la oración para alcanzar la Devekut. Su proceso de rectificación actúa como canal para elevar la conciencia propia y de los demás. En este sentido, su trabajo de elevación influye en la iluminación de las demás personas y facilita la rectificación del mundo.
El tzadik entiende que el aparente vacío no es sino un nuevo canal de revelación, por tanto muestra aceptación y agradecimiento por esta nueva situación que enfrenta. En este nivel, el Tikún restaura lo fragmentado y genera una realidad más elevada, lo que es beneficioso para toda la humanidad.
Conclusión
El ciclo de Tzimtzum, Tohu Bohu y Tikún es un modelo universal que se aplica al macrocosmos y al microcosmos. Se hace presente en la Creación y en las experiencias personales. Cada fragmentación representa una oportunidad para la reconstrucción y el crecimiento. Enfrentar el caos con conciencia permite descubrir el propósito oculto de cada uno y ayuda a convertir el desorden en un nuevo nivel de armonía. Es por tanto una Bendición.
Cada ser humano tiene su Tikún personal (el cual forma parte del Tikún global). Ya sea en el ámbito personal, profesional o espiritual, el desafío no es evitar la fragmentación, sino aprender a restaurar el orden y adquirir una conciencia más elevada. Por tanto, la oscuridad, está cumpliendo una función beneficiosa ya que es la que ayuda a trascender. Cuando uno se eleva, esa oscuridad abrumadora, deja de operar (ya no tiene función) y se convierte en luz; el caos se transforma en orden y se adquiere un más alto nivel de armonía. En cada experiencia difícil, yacen Chispas Divinas que uno ha de desvelar. Cada cambio se convierte en un agente del Tikún y conduce a la restauración del orden global y la unificación con el Plan General de la Creación.
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