La percepción dual en la que vivimos inmersos nos hace vernos en una continua carencia, porque la percepción de la realidad es fragmentaria, nos sentimos como un trozo, un pedazo, una parte. Inconscientemente y hasta que despertamos, buscamos afanosamente llenar esta carencia que sentimos con infinidad de cosas materiales externas: dinero, tecnología, pasatiempos, drogas, placeres, etc. Para de alguna forma completarnos al conseguirlas porque engañosamente llegamos a creer que el objeto de nuestro deseo nos puede saciar. En el fondo no es la cosa en sí, sino su energía la que buscamos, la ilusión de esto en nuestro inconsciente es que pensamos que así dejamos de ser un fragmento al integrarlas a nosotros como posesiones. La mala noticia es que seguimos igual y en muchos casos peor, simplemente porque seguimos el patrón de la dualidad sintiéndonos internamente como un fragmento desconectado de la fuente, como perdidos y como extraviados…
Esta sensación de separación, de fragmentación y de miedo, que a la vez produjo la búsqueda insaciable e inconsciente de unificación en toda la creación, es lo que los sabios de la kabalah han llamado el rompimiento de la Vasija. Es decir, la fragmentación de esa entidad que la Luz Infinita creó como reflejo de si mismo en el mundo de la Eternidad. De cuya entidad infinita inicial, el hombre es la más elevada representación, figura y prototipo. Poseedor de la conciencia capaz de llegar a la UNIFICACIÓN inicial perdida en el rompimiento de la Vasija. A grosso modo, esto es en parte lo que estamos haciendo con cada encarnación en esta dimensión, la evolución de la conciencia desde la Dualidad hasta la conciencia de la UNIDAD. Lo verdadero es lo que hacemos o creamos con nuestra conciencia desde nuestra alma, lo físico es solo un holograma, la fábrica o lugar de trabajo, y a la vez, el resultado visible de nuestro trabajo evolutivo de conciencia. Nuestra conciencia evoluciona y se eleva generación tras generación. Podemos testear el nivel de evolución en que estamos observando el comportamiento de la humanidad, no como individuos en colectividad, sino como un solo individuo y una sola conciencia expresada en una colectividad llamado El ADAM, el HOMBRE…
El punto es que hay una sola y gran respuesta que termina con toda esa búsqueda insaciable en cada uno de nosotros. Lo descubrieron todos los grandes maestros ascendidos de la historia, está codificada en la Biblia y en la tradición oral desde hace miles de años y en varias culturas milenarias. La respuesta es una sola: » ES LA CONCIENCIA DE UNIDAD TOTAL Y ABSOLUTA CON TODO LO EXISTENTE, CON DIOS, EL UNIVERSO, LA LUZ INFINITA»; SABER QUE SOMOS UNO Y EL MISMO CON EL UNIVERSO… ESTO ES VOLVER A CASA Y DEJAR DE VAGAR EN LOS LAVERINTOS DE NUESTRAS MENTES Y DE LOS IRES Y VENIRES DE LA VIDA… Cuando despertamos a esta conciencia, cesa la sensación de carencia, de separación, de ser un fragmento. Cesa el miedo porque conectamos con el amor, el amor lo llena todo Y EN ÉL NO HAY ESPACIO PARA EL MIEDO, EL AMOR es la fuerza más poderosa de unificación… El amor no es afectado por la dualidad, sino que la trasciende y nos permite vivir el Cielo entre nosotros… Esto es ver el Reino de Dios y vivirlo aquí y ahora…
La humanidad y el universo entero está en vías de este despertar evolutivo, un trabajo que nos concierne a todos, como individuos inicialmente, hasta que el despertar nos conduce a no ver más a otros, sino a nosotros mismos en el prójimo y en cada ser vivo y elemento creado… El Creador no está en algún lugar distinto al nuestro, un lugar así no existe, somosUNO con el Creador y el mismo… Somos una parte de la Consciencia Divina rectificando y elevando el deseo de individuación que subió en nosotros cuando éramos la vasija en el mundo de la Eternidad…
Por ahora, vivamos el AMOR que tiene la fuerza de UNIFICARNOS, “ESTO ES EL REINO DE DIOS CON NOSOTROS, así como Dios es absoluta unidad y no hay ninguna división en El, la conciencia de Unidad nos convierte en lo mismo. Entonces, el Reino de Dios es SABER QUE SOMOS EL MISMO”…