El concepto de Infinito

El gran problema que supone conceptualizar El Infinito y lo complicado de entenderlo

El primer problema es el tratar de conceptualizar aquello que no está sometido a nuestras rígidas estructuras lingüísticas. Nuestro riquísimo lenguaje se basa en nuestra experiencia espacio-temporal. Para nosotros la realidad se compone de estructuras causa – consecuencia enmarcados dentro del espacio-tiempo. Sin embargo, el infinito está fuera del espacio tiempo y en él no hay causa – consecuencia, todo es simultáneo: pasado, presente y futuro, están a la vez.

Ante la imposibilidad de poder entender y poder percibir lo infinito, los cabalistas le dieron la vuelta al razonamiento, explicando que el Infinito es la matriz de la realidad finita y, lo finito, no es más que una percepción subjetiva de lo objetivo.

Además, la percepción del yo, imposibilita la percepción del infinito. Para la mente todo tiene que tener un principio y fin, una estructura que lo delimite. Al tener conciencia Bet siempre vemos todo desde la comparación, la confrontación y la dualidad. Por tanto, para poder entender estos conceptos tan elevados hay que renunciar al ego, a los problemas mundanos, dejar de adherirse a lo físico (lo que llamamos “realidad”). La conciencia Bet no nos permitirá elevarnos y aproximarnos a unos niveles por encima del espacio y el tiempo. Los cabalistas hablan de la aniquilación del yo para poder percibir el infinito.

Para poder manifestarse el infinito en la finitud tiene que salir de su infinitud para ello se van haciendo autocontracciones dentro del infinito. El elemento clave para que se pueda crear un espacio de finitud sería rebajar el nivel de energía, lo que los cabalistas llaman lámparas de oscuridad (Burtzina di Cardinuta) que son energía de bajas frecuencias que se simultanean dentro de la luz infinita.

La esencia del infinito (Atzmut) es desconocida para los cabalistas y no entra dentro del campo de su estudio, no se puede acceder, sería la fuente creadora, la no creación, lo inmanifestable. Su esencia está más allá de toda palabra y no podemos tener alcance alguno a ese nivel. Esta esencia inmanifestable tendría Or Elion (luz que se expande de Atzmut).

Más allá del Plan General de la Creación (Galgaltá) no podemos llegar, no sabemos que habrá allí. Los cabalistas empezaron a estudiar el Infinito desde Jojmá del Adam Kadmon, que entendemos que es el Hombre Primordial o – como dijimos – el plan general de la creación. Para explicar el Adam Kadmon, usaremos la estructura del Árbol De La Vida.

En el nivel más alto del Adam Kadmon tenemos Keter del Adam Kadmon al que llamamos Galgaltá y que es un nivel tan alto que no sabemos que hay allí; en el segundo nivel tenemos Jojmá del Adam Kadmon con el nivel de vibración más alto AB-72; después Biná del Adam Kadmon con el segundo nivel de vibración más alto SAG-63

Estos niveles tan altos de vibración, que no entran dentro del universo de Briá (universo de la creación) forman las frecuencias energéticas MA-45 y BAN-52 que sí son las que darán lugar a la Creación.

Proceso

La dimensión más baja (Maljut) de AB-72 y SAG-63 como frecuencias vibracionales del Adam Kadmon dan lugar a MA-45 y BAN-52 que son las frecuencias de energía (aparece ya el concepto energía pero dentro del Infinito) que van a ingresar en el primer espacio finito creado por la retirada del Infinito o su contracción en un punto.

Adam Kadmon

Estas energías MA-45 y BAN-52 en un primer momento van a entrar en el espacio finito como diez dimensiones de energía pero sin relación entre ellas, de un modo autónomo.
Al recibir, estas dimensiones, tanta energía del Infinito y, a su vez, estar dentro de un espacio finito, no pueden albergar tanta Luz y se rompen. A su vez chocan entre ellas por tratar de imponerse unas a otras. Esto produce lo que conocemos como la ruptura de las vasijas (Shevirat Hakelim).

Tras esta ruptura de los recipientes se producen dos situaciones: la energía tiene que volver al Infinito para reconfigurarse y, por otro lado, algo de esa energía queda atrapada en el espacio finito y no vuelve al Infinito, es lo que conocemos como las 288 chispas.

La energía que vuelve al Infinito se va a reconfigurar para, ahora sí, de modo ordenado, volver a ingresar en el espacio finito para dar lugar a la creación. La reconfiguración de estas energías se produce en el universo de transición entre el Adam Kadmon y el universo de la creación (Briá) y que conocemos como Universo de Atzilut (universo de la emanación).

El primero momento de ingreso de las energías en el espacio finito recién creado lo conocemos como Tzimtzum Alef y supone el ingreso de las dimensiones energéticas del Ein Sof sin coordinación entre ellas y que produce la ruptura de los recipientes y vasijas. El segundo momento de ingreso de las enrgías en el espacio finito lo llamamos Tzimtzum Bet y supone la coordinación de todas esas energías en el Universo de Atzilut. En este segundo proceso de reconfiguración es donde aparece la figura de los Partzufim (rostros de Di-s) que son los distintos tipos de configuracioens y autocontracciones de esa energía de tantísmia fuerza para poder dar lugar a la creación.

Después de Tzimtzum Álef y Tzimtzum Bet se crean, a la vez, los universos de Briá (cración), Yetzirá (formación) y Asiáh (acción). Este último universo, el de Asiáh, es el nuestro, nuestro plano conocido de realidad, lo que nosotros entendemos por universo.