45 días de Omer. Séptima semana, tercer día, Tiferet de Maljut

La armonía en la manifestación

Baruj Atá A-do-nai, E-lo-he-nu Melej HaOlam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al Sefirat HaOmer.
(Bendito eres, Oh Señor, Di-s nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus preceptos y nos ordenaste contar el Ómer).
Haiom arbaá vearbaím iom shehem shishá shavuot ushené iamim laomer.
(Hoy es cuarenta y cuatro días, que son seis semanas y dos días del Ómer)

Los valores de Tiferet se manifiestan en la dimensión de Maljut en este día. Estos atributos divinos subyacentes en el individuo incluyen el equilibrio en todos los aspectos de la vida, la compasión y el entendimiento de uno mismo y de los demás, así como el equilibrio en sus dimensiones internas.

Tiferet representa el autoconocimiento en su valor más alto, como medio para interpretar toda la realidad que percibimos. Al ser el centro de todas las dimensiones y donde todas convergen, supone la concordia entre las dimensiones expansivas y las restrictivas. De este modo, hace que la generosidad tenga un componente de justicia; que el esfuerzo no acabe en extenuación; que el amor sea correspondido y equilibrado; que la abundancia sea apreciada y no corrompa al que la posee; que los límites sean flexibles y no estrictos; y que la disciplina no se convierta en intransigencia.

Es el paso obligado en la trascendencia del ascenso espiritual. A través de esta dimensión energética es como nos elevamos hacia la trascendencia pura que existe en nosotros. Al armonizar todas nuestras dimensiones manifestadas en este plano, somos capaces de transitar por el camino recto; es cuando la Divinidad se nos muestra como el camino trazado que debemos seguir. En esta dimensión física está la densidad más alta de vibraciones que nos apartan y distraen de este camino, pero en el proceso de refinamiento, con un equilibrado sentido de la justicia, la disciplina, el amor, la humildad y la perseverancia; todo esto implementado con las buenas acciones, la meditación y el estudio, nos asocia con la visión de Jacob de la escalera que une con la Divinidad y que está en nuestro interior.

Dos valores se vuelven fundamentales en este proceso que nos capacita y completa: generosidad y gratitud. Esto implica que, en esta dimensión, equilibramos la capacidad de dar generosamente sin necesidad de esperar a cambio una retribución, junto con la nobleza de la gratitud al ser receptores de dones y bienes que nos brindan nuestros semejantes y la vida en general.

En el contexto de las rotaciones que realiza el alma para llevar a cabo todo su proceso de rectificación, buscamos alcanzar un estado de equilibrio y armonía espiritual. En ese momento, estará completo todo el proceso de Unificación dentro del Plan General de la Creación. Cada vida puede verse como una oportunidad de armonizar aspectos diversos, pero no hace falta estar haciendo regresiones; en esencia, basta con la resolución de conflictos internos. En nuestro autoconocimiento están las respuestas de los aspectos que debemos equilibrar.

Tiferet es la energía solar dentro de nuestra existencia y hoy ilumina, a la vez que trae belleza y armonía a todo el plano físico que podemos percibir. Seamos, por tanto, partícipes de ese proceso de traer alegría, bienestar, abundancia y amor a todo este plano.

Shalom a todos