35 días de Omer. Quinta semana, séptimo día, Maljut de Hod

La dignidad en la humildad

Baruj Atá A-do-nai, E-lo-he-nu Melej HaOlam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al Sefirat HaOmer.
(Bendito eres, Oh Señor, Di-s nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus preceptos y nos ordenaste contar el Ómer)
Haiom jamishá usheloshim iom shehem jamishá shavuot iamim laomer.
(Hoy es treinta y cinco días, que son cinco semanas del Ómer).

Maljut es el atributo divino donde todo se evidencia, es la finalidad última y dónde se manifiesta la gratitud y todas las energías dentro de la dimensión espiritual de Hod. Es donde la plenitud y la potencialidad de la humildad se manifiestan y revelan. Todo el impulso energético de las seis dimensiones anteriores dentro de Hod irradian en Maljut y se desvelan. Es donde culmina el trabajo espiritual y tiene su representación en la realidad.

Simbólicamente representado por el rey David, de él aprendemos algunos valores importantes, como la prudencia, priorizar a Di-s, la aceptación y el sosiego. Demuestra prudencia cuando es necesario ser discreto o incluso fingir, como cuando simula estar loco para evitar ser capturado en Gat. Demuestra su dignidad y lealtad al Supremo sin importarle la opinión de los demás, lo demuestra cuando baila celebrando el regreso del Arca de la Alianza. Revela aceptación en las situaciones difíciles con fe y resignación, confiando en el plan de Di-s, incluso al ser traicionado por Absalón, su hijo. Y exhibe sosiego al no buscar venganza ni responder con ira ante las provocaciones.

En nuestro ámbito intrapersonal, no humillarse a uno mismo es la clave del crecimiento. Tengamos en cuenta que se suele confundir humildad con humillarse y eso supone la degradación de uno mismo, generalmente de modo inconscientemente; y, además, la persona se vincula con esa destructiva energía también de modo inconsciente. A medida que ese proceso continúa, nuestra mala fuerza interior se hace más y más fuerte. El verdadero enemigo de la persona está dentro de ella, no proviene del exterior; por tanto hay que agradecer a todo aquel que detona ese enemigo interno que nos consume.

Es aquí cuando emerge Maljut de Hod, como elemento desactivante de esa fuerza nociva. Nos muestra la dignidad y la grandeza que tenemos, refuerza nuestra autoestima, mitiga las malas energías interiores y nos hace más constructivos y felices. 


Planteamos lo siguiente:
¿Mi humildad me hace infeliz?
¿Mis inseguridades y miedos tienen que ver con lo que los demás piensan o dicen?

Ejercicio del día:
Haz cosas distintas, aunque puedan parecer algo alocadas, pensando en servir a nuestro Creador dándote igual lo que piensen o digan los demás.

Que esta potente energía de la dignidad en la humildad nos haga crecer y construir un entorno más amigable para todos.

Shalom a todos