La humildad en la perseverancia
Baruj Atá A-do-nai, E-lo-he-nu Melej HaOlam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al Sefirat HaOmer.
(Bendito eres, Oh Señor, Di-s nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus preceptos y nos ordenaste contar el Ómer)
Haiom shishá veesrim iom shehem sheloshá shavuot vajamishá iamim laomer.
(Hoy son veintiséis días, que son tres semanas y cinco días del Ómer)
La perseverancia es un atributo divino y, por tanto, ilimitado. Va mucho más allá de la fuerza y la determinación propias de cada individuo; cultivar esta energía nos hace prácticamente invencibles. Al reconocer esto y trabajar este don, debemos ser prudentes, ya que podemos caer en su Klipá (su lado oscuro), la prepotencia, creyéndonos superiores a los demás; podemos equivocadamente atribuirnos una importancia excesiva. Podemos ejercer un poder autoritario sobre los demás e incluso abusar y explotarlos. Se nos concede un don para persistir y no desmoronarnos ante las situaciones cotidianas difíciles, pero debemos evitar el autoritarismo y el deseo de vencer a los demás. Esto supone una enorme responsabilidad y nos enseña la humildad de reconocer que el verdadero triunfo reside en superarnos a nosotros mismos.
Es en este plano donde uno debe ser consciente de las limitaciones que tiene como simple ser humano, reconociendo tanto sus fortalezas como sus debilidades. Debemos despojarnos de pretensiones excesivas y aceptar que la perfección no existe, ya que estamos aquí para aprender y mejorar. Esta comprensión nos insta a adoptar una actitud de servicio hacia nuestros semejantes, a veces incluso por encima de nuestras propias necesidades; es importante no buscar reconocimiento ni presumir, y cultivar el amor hacia los demás. Desarrollamos nuestro potencial a través de nuestra influencia positiva en nuestro entorno.
Al explorar la conexión entre Hod y Netzaj (la humildad y la perseverancia), aprendemos la importancia de la flexibilidad. Entendemos que ser flexible es fundamental para mantener la armonía en la convivencia y también es una muestra de sabiduría. Lo rígido es más propenso a romperse que lo flexible. Reconocemos la importancia de discernir cuándo es apropiado ceder y cuándo mantenernos firmes. La humildad, entonces, se convierte en una gran fortaleza, ya que implica la capacidad de reconocer nuestras limitaciones y adaptarnos a las circunstancias.
Reflexiones:
¿Somos capaces de dar nuestro brazo a torcer cuando la situación lo requiere, o nos aferramos obstinadamente a nuestras posiciones sin considerar otras perspectivas?
¿Sé cuándo ceder, pero por fuerza y no por temor?
Por otro lado, ¿Por qué me da miedo ceder?
Hod, en este contexto, se presenta como una dimensión de forma que estructura y restringe la energía expansiva de Netzaj. A nivel personal, representa el esquema de las formas mentales y nos brinda una comprensión elevada, permitiéndonos entender nuestro lugar dentro del plan de la Creación. Nos reconocemos como elementos activos en su realización, por lo que nuestro proceso de rectificación trasciende lo individual y se convierte en una colaboración con la eternidad.
Ejercicio para el día:
Agradece tener un alma con el extraordinario poder y versatilidad para enfrentar las dificultades con humildad y tener la capacidad de adaptarte. Busca ocasiones en las que puedas ceder en aras de la mejora de la convivencia.
Que en aras de la convivencia y el crecimiento personal, desarrollemos una sana humildad dentro de nuestra determinación y tesón.
Shalom a todos